Cuando se habla de seguridad en hogares, negocios o comunidades, las alarmas, cámaras y sensores suelen ocupar el primer plano. Sin embargo, existe un elemento de bajo coste y alta efectividad que cumple un papel fundamental en la prevención: el cartel disuasorio.
Se trata de un recurso visual que advierte sobre la presencia de un sistema de seguridad activo en una propiedad, y cuyo impacto va mucho más allá de lo que aparenta.
¿Qué es un cartel disuasorio en sistemas de seguridad?
Es una señal visible que se coloca en puntos estratégicos de un inmueble para advertir que este está protegido por un sistema de seguridad. Por lo general, contiene:
- Un mensaje como “Propiedad protegida por sistema de videovigilancia”
- El logotipo de una empresa de seguridad o una advertencia genérica
- Información legal relacionada con la grabación de imágenes (en caso de cámaras)
Este tipo de carteles no actúan directamente sobre una amenaza, pero sí generan una barrera psicológica eficaz para quien considera entrar en el lugar.
Carteles disuasorios: ¿una herramienta de prevención efectiva?
Numerosos estudios y entrevistas con cuerpos de seguridad coinciden: los intrusos suelen evitar propiedades que muestran señales visibles de estar protegidas. En especial, si perciben que existe videovigilancia activa o sistemas de alarma conectados a una central receptora.
Este tipo de elementos no impiden una intrusión de forma directa, pero aumentan el nivel de riesgo para el intruso, lo que puede llevarle a desistir o elegir un objetivo aparentemente más vulnerable.
¿Instalar carteles de videovigilancia sin sistema real es recomendable?
Aunque algunas personas colocan carteles sin tener un sistema de seguridad instalado, esta práctica es poco recomendable y puede tener consecuencias legales.
Los delincuentes más experimentados pueden reconocer fácilmente señales falsas, especialmente si no hay cámaras visibles, sensores o elementos reales que refuercen la advertencia.
Pero más allá de su baja efectividad, simular la existencia de un sistema de videovigilancia puede conllevar sanciones. Según la normativa de protección de datos (como el RGPD en Europa), colocar carteles que indiquen la existencia de cámaras sin que exista realmente un sistema de grabación se considera una infracción, ya que implica un tratamiento de datos personales inexistente pero simulado, generando una falsa expectativa legal.
¿Qué consecuencias legales puede haber?
- Multas por vulnerar el principio de transparencia del RGPD
- Sanciones económicas por simular un tratamiento de datos sin base legal
- Requerimientos de la Agencia Española de Protección de Datos (AEPD) o autoridades locales
- Daño reputacional si se considera una práctica engañosa hacia terceros
Las multas pueden oscilar entre los 600 y más de 6.000 euros, dependiendo de la gravedad y del uso del cartel.
Ventajas de usar carteles disuasorios en videovigilancia y alarmas
- Prevención temprana: disuade antes de que se intente una intrusión.
- Económico: bajo coste con alto impacto preventivo.
- Cumplimiento legal: en sistemas con cámaras, los carteles ayudan a cumplir con las leyes de protección de datos al informar que la zona está siendo grabada.
- Aumento de la percepción de seguridad entre residentes, empleados o visitantes.
Dónde colocar carteles de seguridad para mayor efectividad
Para maximizar su efecto, los carteles deben ser instalados en lugares visibles desde el exterior, como:
- Fachadas principales
- Entradas peatonales y garajes
- Puertas de acceso a zonas comunes
- Ventanas y escaparates
- Muros perimetrales o rejas
Además, pueden reforzarse con adhesivos en accesos secundarios o ventanas.
Carteles disuasorios: complemento esencial en seguridad preventiva
Los carteles disuasorios son una herramienta sencilla pero potente dentro de cualquier estrategia de seguridad. No sustituyen a un sistema activo, pero lo complementan eficazmente. Usados de forma adecuada, pueden prevenir situaciones de riesgo y evitar daños antes de que ocurran. Eso sí, su instalación debe hacerse de forma responsable y legal. No basta con colocar una señal; es imprescindible que esta esté respaldada por un sistema real y funcional. De lo contrario, el efecto disuasorio se pierde y se incurre en posibles sanciones.



